viernes, 23 de octubre de 2009

El Último Hombre: Magistral Murnau


Película: El Último Hombre (Der Letzte Mann, Alemania, 1924, conocida también como El Último y La Última Carcajada)

Director: F. W. Murnau.
Actores: Emil Jannings, Maly Delschaft, Max Hiller, Emilie Kurz, Hans Unterkircher.


Crítica: Un melodrama increíble de las manos de Murnau, un filme sostenible en Emil Jannings y una fotografía impresionante. La cinta narra la historia del portero de un hotel, el cual tiene una gran vida, orgulloso de su trabajo, su familia es contagiada con ese entusiasmo y hasta sus vecinos, pero cuando un día, por su vejez, un hombre más joven lo sustituye, y a este lo degradan a mozo de los baños, su vida cambiara por completo, aunque podría ser una metáfora de las distintas clases sociales. Murnau hace gala de su maestría al contar la historia, con un guión perfectamente bien estructurado, el cual al precisar bien cada acción de los personajes, y combinado con la implacable actuación de Emil Jannings, provocó que la cinta no contara con ningún intertítulo de diálogos, más que para textos y señalar la hora o un día. Las actuaciones son muy buenas, como dije antes Emil Jannings es el soporte del filme, ya que la mayoría de la cinta la cámara solo lo sigue, Jannings crea a un personaje bien hecho y caracteriza muy bien cada una de sus acciones y las emociones que tiene el personaje. La fotografía es impresionante, una de las mejores que he visto en una película, quizá he dicho en anteriores críticas que muy adelantada a la época, pero es porque el fotógrafo es Karl Freund (Metrópolis, Berlín: Sinfonía de una Ciudad, Tartufo, Drácula y otras obras maestras del cine más), con unos encuadres perfectos que nos adentran a la historia.


La música que escuché fue de Timothy Brock, una muy buena sinfonía que ayuda con la instrumentación a captar más la emoción. La dirección artística crea escenarios impresionantes, donde contrastan perfectamente los departamentos donde vive el portero con el hotel, pero dando una mezcla buena, el expresionismo alemán implicaba que los lugares sean un personaje más y aquí se cumple, esto a manos de Robert Herlth, Walter Röhrig y Alfred Hitchcock (este último sin acreditar). Los únicos fallos del filme son que el ritmo baja cada vez más, pero se justifica porque sentimos lo mismo que el portero, una profunda depresión, pero lo peor y que elimine de mi mente es el final, el cual fue obligado a ponerse por los productores, en donde se muestra a la perfección que el final no es de Murnau, así que si la ven no tomen en cuenta el final, hasta el minuto 80 se acaba la película. Definitivamente quitando el final es una impresionante película que no deben dejar de ver en su vida.


Calificación:
Quitandole el Final de los Productores



Con el final de los Productores:


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