Director: Raoul Walsh
Actores: Douglas Fairbanks, Snitz Edwards, Charles Belcher, Julanne Johnston, Sojin, Anna May Wong.
Crítica: Un entretenido cine de aventuras en sus inicios. No es la primer película de aventuras, pero el actor protagónico es el que realmente origino el cine de aventuras, hablo de Douglas Fairbanks, quien hizo de El Zorro en la primera de aventuras, y en esta interpreta a un ladrón de poca monta en la esplendorosa ciudad de Bagdag, un antihéroe al principio por sus métodos, pero que al final es un héroe, éste ladrón encuentra como su mayor tesoro a la hija del califá, en la cual no encuentra un objeto material, sino uno de deseo, uno de amor, y hará todo por conseguirlo, cruzar mar, fuego y montañas, y esto diciéndolo literalmente, aunque los problemas radican en que los pretendientes nobles de otros países también la buscan, otros por relaciones diplomáticas, otros como un malvado mongoles como un dominio a Bagdag. La historia está llena de magia, que en los 20’s hubiera sido ver todo lo que alguien hubiese soñado. El prestigiado director estadounidense Raoul Walsh realiza junto con el guión del también protagonista (Fairbanks) y de Achmed Abdullah, James T. O'Donohoe y Lotta Woods, una buena adaptación de “Las Mil y una Noches”, con personajes bien descritos y con los estándares que se volverían obligatorios en las cintas de aventuras (El héroe fortachón, la damisela en peligro y el feo malvado). Además, Walsh logró, con un presupuesto con el sorprendente presupuesto para ese momento (2 millones de dólares), darle credibilidad a la historia en los aspectos técnicos.
La actuación de Fairbanks es buena y lográ expresar muy bien sus escenas, pero la que se roba las escenas en las que actua es Anna May Wong, como una espía del emperador mongol, creando un personaje muy fuerte. La fotografía de Arthur Edeson no es notable pues hay muy poco movimiento en sus tomas, la dirección de arte es impactante (recreando a la ciudad de Bagdag en sus grandes tiempos (principios de la edad media), junto con los maravillosos efectos especiales para su tiempo. La música de Carl Davis, a pesar de no utilizar muchos instrumentos ayuda a recrear sonoramente cada momento, por ejemplo, pone música del estilo de Oriente cuando hace sus maldades el emperador mongol. Definitivamente una cinta de aventuras clásicas, pero que sin ella, muchas no hubieran existido (¿alguien dijo Indiana Jones?).
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