Director: Luis Buñuel
Actores: Esteban Márquez, Lilia Prado, Carmelita González, Roberto Cobo, Luis Aceves Castañeda.
Crítica: Es un fresco, divertido y cachondo ejercicio de Buñuel, sin olvidarse de su estilo.
En un pueblito del estado de Guerrero, Oliverio (Esteban Márquez) acaba de casarse con Albina (Carmelita González), pero tiene que cancelar su luna de miel debido a que su madre se encuentra moribunda y él tiene que ir a una ciudad en busca de un abogado que haga el testamento de su madre evitando que sus hermanos mayores hagan lo que quieran. Así se sube a un camión junto con varios de sus vecinos entre los que se encuentra la sensual Raquel (Lilia Prado), que se la pasa seduciendo a los hombres, sobre todo a Oliverio.
Basado en una idea que propuso el poeta y amigo Manuel Altolaguirre, Luis Buñuel, junto con Juan de la Cabada, Manuel Reachi y Lilia Solano Galeana escriben una historia cargada de un estupendo humor negro, unos personajes muy bien delineados y una estupenda representación de la sociedad mexicana a través de sus tradiciones, costumbres y su forma de hablar que no dejara uno de soltar carcajada, todo esto en una odisea de un camión a través de tormentas, ríos y tentaciones carnales. El sello de Buñuel también radica en mostrar de nuevo una sociedad dividida socialmente y no dejó pasar los momentos cumbres de sus películas: el surrealismo, que en esta ocasión es una espectacular escena llena de pasión y traición.
Las actuaciones son buenas para unos personajes que bien representan diversos aspectos de la sociedad, algunas resultan un poco sobreactuadas y eso disminuye un poco la credibilidad en la historia. A los que destacaría del cast son a Lilia Prado con su belleza y cinismo y a Luis Aceves Castañeda que es la cumbre de risas.
La dirección de fotografía de Alex Phillips tiene sus grandes momentos aunque algunas escenas la iluminación no es la adecuada que disminuye de excelente a muy bueno el trabajo de este importante cinefotografo del cine mexicano.
La música de Gustavo Pittaluga no es tan brillante como la de Los Olvidados pues le resta efecto a las escenas dramáticas (contrario a la antes mencionada) y le da más énfasis a las cómicas.
En conclusión no es tal vez una película básica de Buñuel pero si es una excelente tragicomedia en la que el español Buñuel reafirma que ya era totalmente mexicano.
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