Director: Andrei Tarkovsky
Actores: Margarita Terekhova, Ignat Daniltsev, Oleg Yankovskiy, Filipp Yankovsky, Anatoli Solonitsyn, Arseni Tarkovsky (Poemas), Innokenti Smoktunovsky (voz), Andrei Tarkovsky (sin acreditar)
Crítica: El cuarto filme de Tarkovsky es un magistral ejercicio de poesía autobiográfica.
La trama no es tan sencilla para hacer una sinopsis: Un hombre se encuentra en una delicada crisis debido a la separación de su esposa y de su hijo, dándose cuenta que el problema viene desde que nació, pues su vida fue muy dura por la ausencia de su padre y la segunda Guerra Mundial, que lo tocó en los primeros años de su vida.
Es la película más complicada de lo llevado en su filmografía, pues la película no contiene en un guión de él, una estructura narrativa plenamente definida: usa partes de la infancia del protagonista, partes de su presente en donde el protagonista no aparece en toda la pantalla y tomas de videos del acontecer mundial en los 40's ordenadas sin una linea y además contiene poesías escritas por el padre de Tarkovsky que por separado no parece nada pero en conjunto es una historia compleja pero brillante en la que Tarkovsky nos abre las puertas de su vida, sus imaginación y sus sueños. Tecnicamente la película cuenta con escenas sorprendentes (es la primera vez que veo una increíble representación de los 4 elementos de la naturaleza) que exaltan a la naturaleza.
Como ha demostrado Tarkovsky, su selección de actores rinde sus mejores frutos pues son realmente asombrosas para personajes realmente difíciles: Margarita Terekhova en un doble papel es magnífica, creíble y da gala de su cuerpo y de su talento, al igual que los niños que interpretan al protagonista en su infancia: Ignat Daniltsev y Filipp Yankovsky, el primero además hace un segundo papel como el hijo del protagonista, que si en este caso es Tarkovsky (que materializa al protagonista en algunas partes de su cuerpo pero solo se sabe si ves el trailer) se parece mucho a él, aunque lo lamentable es que eran jóvenes promesas que no actuaron en otra película. A destacar también el siempre fenomenal Anatoli Solonitsyn quien en una muy corta aparición vuelve a demostrar su capacidad actoral.
La fotografía de Georgi Rerberg logra con eficacia cumplir lo que probablemente quiso Tarkovsky, pues Vadim Yusov no se sintió capaz de realizar el trabajo que pedía el director, por lo que tuvo que cambiar, y como dije anteriormente Rerberg logra acercar al espectador con el entorno del protagonista que con el diseño de producción de Nikolai Dvigubsky junto con el ingenio de Tarkovsky permite crear escenas absolutamente hipnóticas.
La música de Eduard Artemyev creo que se excede un poco en espantar al espectador pero en general, junto con el uso de piezas clásicas de Bach y Henry Purcell es un trabajo sonoro estupendo. Es otra película básica a ver de Tarkovsky (aunque yo recomendaría ver todas) en la que el ruso nos regala una poesía cinematográfica.
Calificación:
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