Director: Wim Wenders.
Actores: Bruno Ganz, Solveig Dommartin, Otto Sander, Peter Falk, Curt Bois.
Crítica: Es una película muy bella con una muy amplia reflexión.
Damiel (Bruno Ganz) es un ángel que se encuentra, al igual que muchos otros, en la tierra para provocar que la gente aprecie la vida y sienta paz, pero Damiel tiene un gran deseo de convertirse en mortal y vivir lo que él ve en ellos, tomando en cuenta que siente algo muy grande por una acróbata de circo (Solveig Dommartin).
Esta cinta es en definitiva una obra maestra en la Wim Wenders, por medio de un impresionante guión con argumentos algo líricos escrito por él, Peter Handke y Richard Reitinger donde se hace una muy interesante propuesta humanística y un análisis a la sociedad alemana (y a la del mundo) la cual se encuentra hundida en el nihilismo y con una fuerte llaga por su pasado (la guerra), mostrando efectivamente a la sociedad de la Guerra Fría y que se identifica claramente si se observan su pasado (la Segunda Guerra Mundial) y el futuro (El mundo dominado por el capitalismo); además de ser efectiva con la historia romántica de la cinta, la cual no es cursi sino una relación totalmente espiritual. Técnicamente Wenders igualmente logra transmitir por medio de la imagen ese Berlín existencialista. La escena en la biblioteca es antológica. Podría ponerle un poquito más de ritmo, pero no es un real defecto.
Las actuaciones son estupendas y se complementan, a pesar de no realizar un ejercicio vocal durante la mayoría de la cinta (la mayoría de los diálogos son voces en off como los pensamientos de los ángeles y los humanos) logran transmitir kinestesicamente la mayoría de los sentimientos de los que se habla en el pensamiento de los personajes. Destacaría a Bruno Ganz, Solveig Dommartin como la acróbata y Peter Falk como un actor de cine.
La dirección de fotografía de Henri Alekan es un trabajo estupendo pues hace un correctísimo uso de la sepia para representar lo que ven los ángeles y el color de lo que ven los humanos, y los movimientos de cámara y tomas de la ciudad logran que Berlín se convierta en un personaje más a través de sus desoladas calles y con un muro de la vergüenza.
La música de Jürgen Knieper igualmente acentúa el aspecto psicológico y fantástico que se quería mostrar en el filme y que con los pensamientos en grupo dan como resultado aspectos un tanto psicodélicos.
Los demás aspectos técnicos están muy bien hechos aunque no tan notables. Como dato curioso esta película ganó en 1987 la Palma de Oro a Mejor Director, está dedicada a Yasujiro Ozu, François Truffaut y Andrei Tarkovski y se le hizo en 1998 un muy bajo remake protagonizado por Nicolas Cage y Meg Ryan que no conserva la esencia de este filme. En definitiva lo recomiendo como un gran clásico del cine alemán.
Calificación:
No hay comentarios:
Publicar un comentario